La historia de los rayos X comienza con los experimentos del científico británico William Crookes, que investigó en el siglo XIX los efectos de ciertos gases al aplicarles descargas de energía. Al estar cerca de placas fotográficas, generaba en las mismas algunas imágenes borrosas. Hasta el 8 de noviembre de 1895 no se descubrieron los rayos X; por parte del físico Wilhelm Conrad Roentgen. Por su descubrimiento fue galardonado en 1901 con el primer premio Nobel de física.
Las flores de Darwin
Charles Darwin hizo parte de sus investigaciones en las Islas Galápagos, de las cuales veinte tienen subespecies únicas que demuestran la adaptación a un entorno único. Algunos de los estudios se centraron en las orquídeas, con las que Darwin se dio cuenta que las versiones más complejas buscaban atraer los insectos, y que cada especie atraía a uno en particular. A partir de este descubrimiento Darwin creó la teoría de la selección natural.
La Penicilina
Aunque generalmente se atribuye a Alexander Fleming el descubrimiento de la penicilina, muchas épocas y culturas diferentes llegaron mediante la observación y la experiencia a conocer y emplear las propiedades bactericidas de los mohos, se utilizaron diferentes variedades en la antigüedad antes de las vacunas como apósitos.
Decodificando el ADN
James Watson y Francis Crick tienen el crédito por haber decodificado el ADN, pero lo cierto es que ellos se nutrieron de los estudios de muchos otros: Alfred Hershey y Martha Chase hicieron experimentos que llevaron a relacionar el ADN con la genética trabajando con un virus bacteriófago. Nunca llegaron a delimitar qué parte del ADN correspondía con la herencia genética. Luego, Rosalind Franklin utilizó una técnica de difracción de rayos X para averiguar la forma del ADN, y logró conseguir una muestra con un patrón en forma de X que era una parte de la molécula helicoidal.
La primera vacuna
La viruela era un gran problema antes de la existencia de las vacunas, ya que la única forma de “curarla” era enfermándose y sobreviviendo a la misma. Fue Edward Jenner quien se dedicó a investigar una posible cura para la misma, estudiando a una persona con una enfermedad similar a la viruela, hasta llegar a la conclusión de que podía dar inmunidad a una personas inyectándole el virus de la enfermedad similar. El chico que recibió esta “vacuna” permaneció inmune a la viruela.
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